Claves básicas para no ser un padre ausente
La carencia de tiempo impacta directamente en el desarrollo físico, mental y afectivo de todos los miembros de la familia. Una falta de presencia que afecta especialmente en los primeros años de vida del niño y provoca en él mucha incertidumbre y malestar emocional
El tiempo es, sin duda, uno de los pilares más importantes a la hora de educar, pero la mayoría de los adultos carece de él. El ritmo al que viven, intentando compaginar la vida profesional, familiar y personal, les roba la posibilidad de estar presentes y disponibles en el día a día de sus hijos como a ellos les gustaría. La conciliación en España sigue siendo una utopía, así que poder educar a un niño cuando ambos progenitores trabajan es casi una misión imposible. La hiperpreocupación, las largas jornadas laborales, la velocidad en la que se entrelazan las tareas y responsabilidades crean en las familias mucho estrés por no tener tiempo para lo que es realmente importante. Cumplir en el trabajo, con las tareas domésticas y la organización de médicos y extraescolares provoca que las familias vivan sin un ápice de energía y atrapados en una lista de tareas pendientes que nunca se reduce.
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