Cuando las iglesias románicas jugaban al tres en raya para proteger a sus fieles de las calamidades
Una investigación contesta la idea de que los alquerques tallados en los templos medievales eran únicamente pasatiempos de los canteros durante la construcción y otorga a estos entretenimientos ancestrales una función cuidadora
Durante las obras de un templo en la Edad Media, los canteros dedicaban sus ratos de ocio y descanso a jugar al tres en raya o al molino. Utilizaban como tablero los sillares que más tarde serían empleados en la construcción de la iglesia, tallando sobre la piedra las líneas de las que constaban estos pasatiempos ancestrales. De ahí que podamos ver estas retículas con mucha frecuencia, decorando edificios románicos en los lugares más diversos e insospechados. Como en el caso de las imágenes eróticas en capiteles y canecillos —frecuentemente asociadas a la idea del pecado y la lujuria—, la explicación se ha dado por buena, aunque presentara fisuras y no terminara de ser convincente. Un nuevo estudio, centrado en los edificios medievales castellanos, combate, con sólidos argumentos, esta interpretación basándose en la ubicación de los llamados alquerques. ¿Y si, como las reliquias, se tratase de amuletos, de símbolos que protegían a los fieles de enfermedades y desgracias?
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