El brutal pulso de potencias jibariza la gobernanza global
El multilateralismo se resquebraja en ámbitos políticos y económicos clave y arroja resultados modestos en los sectores donde resiste. El regreso de Trump amenaza con empeorar un panorama marcado por una competición descarnada
El pasado lunes, los líderes del G-20 reunidos en una cumbre en Brasil demostraron sus profundas discrepancias emitiendo un comunicado final desprovisto de cualquier atisbo de compromisos significativos y tangibles. El mismo día, Rusia vetó en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que exigía un alto el fuego en Sudán. Al día siguiente, Vladímir Putin firmó el decreto que establece una agresiva revisión de su doctrina nuclear mientras la arquitectura de tratados de controles de armas se va desmoronando. El miércoles, EE UU esgrimió su veto en una resolución sobre Gaza. El jueves, el Tribunal Penal Internacional (TPI) emitió una orden de arresto contra Benjamín Netanyahu, pero decenas de países no son parte del Tratado de Roma y tampoco está claro que todos los que sí lo son quieran ejecutarla: Mongolia decidió no hacerlo recientemente con Putin, Hungría ha anunciado que no lo hará con el líder israelí. En la noche entre el sábado y el domingo, tras agónicas negociaciones, los delegados de la COP-29 lograron un acuerdo para aumentar la financiación de la lucha contra el cambio climático desde los países prósperos a los del Sur Global, pero criticado enseguida como radicalmente insuficiente por expertos y por los países en desarrollo -”una ilusión óptica”, según la delegación de la India, citada por la agencia Reuters-.
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