El Estado es su jefe abrazando a las víctimas
Los ciudadanos enarbolamos la indignación cuando encontramos finalmente a una autoridad que nos pregunta
El jefe del Estado llama a los que le abuchean; y vienen. Escucha a los chavales indignados, que protestan porque “se sabía” lo que venía “y no ha hecho nadie nada por evitarlo”, los avisos no les llegaron; y les llama y debate con ellos. Con alerta serena, como dispensado todo el tiempo, sin límite. Ahora les da la paz en gesto insólito, apretándoles los hombros, un abrazo distinto, sobrio, pero intenso. No escapa de ellos, les busca, aplana a los escoltas, aunque la situación sea de riesgo, no solo para la imagen de las instituciones: especialmente de la que él encarna.
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