Íñigo, yo sí te creo
Hay que celebrar que Errejón por fin haya reconocido lo evidente: que el liberalprogresismo en el que milita es el proyecto cultural del capitalismo
En 2020, Íñigo Errejón me propuso tomar algo y nos encontramos en la cafetería del Congreso. Supongo que lo que esperan que les cuente es que se comportó conmigo como Pajares y Esteso en Los liantes, pero el caso es que no: fue todo muy normal. Aquella tarde hablamos sobre el movimiento feminista y le expuse mis pegas teóricas y alguna vivencia. Le hablé de que, en parte por las inercias del feminismo hegemónico —el de las redes y las revistas—, había hecho cosas de las que luego me había arrepentido. Como insistirle a la dirección del medio en el que trabajaba para publicar testimonios anónimos de mujeres contra fotógrafos que, presuntamente, habían abusado de ellas.
¿Cuál es tu reacción?