La quimera del odio
Aunque se diga que el enfrentamiento político con resentimiento es un teatro, es un peligro cuando se representa en la esfera pública
Los debates políticos cansan. Siempre previsibles. Con la oposición en ejercicios lamentables de demagogia. Con escasez de ideas y propuestas en positivo. Con los gobiernos a la defensiva y, a menudo, con inquietantes efectos en la opinión pública. Podemos optar por la resignación: son incorregibles, sólo son capaces de pensar en términos de buenos y malos, los míos y los tuyos. La confrontación parlamentaria con insultos y descalificaciones, sin plan alguno, confesable por lo menos, sólo aumentan el desencanto. Y la demagogia es una contribución a lo peor: una imagen falsa de la realidad, que el perdedor crea impunemente porque todo vale para tumbar al adversario.
¿Cuál es tu reacción?