Nadal, Djokovic y un desvirtuado epílogo de la edad de oro
El serbio vence al español en una desequilibrada exhibición en Riad (6-2 y 7-6(5), después de casi dos décadas de enfrentamientos al límite entre las dos leyendas. Sinner remonta a Alcaraz en tres sets y se apropia del gran premio: 5,5 millones
Guiño, sonrisa pícara y abrazo. Hermoso fotograma, pero deslucido adiós el de esta rivalidad grandiosa que termina bajo el formato de una exhibición, lejos de los históricos escenarios que la han acompañado y en medio de una multitud ajedrezada, entre túnicas blancas y velos negros. Ahora sí, se acaban los Djokovic-Nadal, el pulso más repetido, igualado y encarnizado de la historia del tenis. Poco importa el resultado de este apéndice de Arabia Saudí, favorable esta vez al de Belgrado (6-2 y 7-6(5), tras 1h 31m). En juego, entre la honrilla y nada. Atrás quedan los 60 episodios previos (oficiales) y de máxima intensidad entre los dos competidores más feroces de todos los tiempos, puro fuego, de imborrable recuerdo para el aficionado. Partió el serial hace 18 años en el genuino marco de París y termina ahora en el sintético de Riad, en medio de una atmósfera extraña y de alguna forma contranatural. Anticlimática. Al límite cada vez que se divisaban el uno al otro al otro lado de la red, en esta ocasión no hubo adrenalina ni emoción alguna.
EL GRAN BINGO DEL NÚMERO UNO
Si la era dorada se apaga, el nacimiento de otra que coge el testigo se consolida. Si los envites entre Nadal y Djokovic han sido una constante, parece que también lo serán los cruces entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, quienes debatieron a continuación en forma de contraste. Frente al perfil conmemorativo del primer partido del día, el segundo deparó un intercambio de dentelladas sin compasión, del que salió bien parado el italiano: 6-7(5), 6-3 y 6-3.
Dice el número uno (23 años) que en los últimos meses está siendo complicado dar con la felicidad, pese a que sigue sumando títulos y afianzándose como el mejor tenista del curso. Gana más que ninguno, pero la sombra del dopaje le persigue —el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) debe emitir el fallo final tras el caso de doble positivo por clostebol— y la amenaza del castigo sigue planeando sobre él.
En Riad, al menos, encuentra consuelo económico porque ya es, oficialmente, el propietario del cheque más elevado que se ha entregado en el contexto del tenis: 6 millones de dólares, 5,5 de euros. El de San Cándido y Alcaraz (21) se toparon por cuarta vez este año y, después de tres triunfos del español, el líder del circuito se adjudicó una victoria tan intrascendente en lo deportivo como rimbombante en lo monetario.
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