Sin margen para el error tras la dana
El malestar de los vecinos afectados debe constituir una llamada seria de atención para todos los actores involucrados en la gestión de la crisis
Los afectados por una desgracia natural de dimensiones todavía no bien perimetradas, como la ocurrida en Valencia, van acumulando tensión y mucha frustración. Los que han sobrevivido a la tragedia celebraron haberse salvado, pero ahora ya son plenamente conscientes del infierno que representa haberlo perdido casi todo. En este contexto, los grupos de ultraderecha utilizaron el cansancio, la impotencia y la desesperación de las víctimas para desatar un torrente de hostilidad verbal y física durante la visita a Paiporta de los Reyes, el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat de Valencia. “Entiendo la indignación social y por supuesto me quedo a recibirla” dijo Carlos Mazón. Sonaría razonable si no fuera porque ya sabemos quién está detrás del alboroto. La función de quien está al frente de la gestión de una crisis no es recibir insultos, ni zarandeos, ni barro en la cara. La misión de la política es hacerse cargo de los problemas y denunciar cualquier fórmula de protesta que conduzca al desorden.
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