Vale la pena vivir para este oficio
Juan Arias estuvo siempre y aquí nos deja, con un recado inmenso: ser periodistas hasta el último aliento
Unos meses antes de morir, Juan Arias escribió su crónica más arriesgada, más personal y más hermosa: la crónica de la agresión que su mujer, Roseana Murray, escritora, poeta, el amor de su vida, había sufrido en su pueblo de Brasil, atacada por unos perros locos. Sin que le temblara el pulso de periodista que llevó siempre, Juan Arias contó aquel accidente con un pulso conmovedor, de arriba abajo, cumpliendo todos los mandatos que este periódico exigente tiene dispuestos en su Libro de Estilo. Fue una noticia mundial y fue él quien la contó mejor, porque no se atribuyó protagonismo alguno. Siguió las normas de un estilo, la sobriedad, que él ya había ensayado cuando era un muchacho y escribía, desde Roma, para los periódicos de los Sindicatos en España.
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