Y Jorge Martín venció al síndrome del impostor
El piloto madrileño ha necesitado de su mejor versión para ganar, menos explosivo, pero más regular, y ha empezado a creerse al fin que es tan bueno o más que sus rivales
Eran unos segundos de intimidad. Hasta que las cámaras de MotoGP nos permitieron asomarnos por un agujerito. Jorge Martín, líder del Mundial —líder entonces, a mediodía de este domingo campeón del mundo—, hacía sus ejercicios de visualización antes de la carrera. Concentración máxima, sentado en el box. Los ojos cerrados, el cuerpo recogido, las manos en puño asiendo fuerte el manillar. Y el chico fluye. Qué belleza ese instante de calma. Único, quizá, en un fin de semana vertiginoso. Antes de que llegaran los gritos para soltar adrenalina. Las lágrimas para descargar tanta tensión.
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