¡Bendita inmigración!
Muchos españoles tienden a ver la llegada de extranjeros como un problema, pero es también una solución para muchos de nuestros grandes déficits
Los españoles acaban de señalar la inmigración como el mayor problema del país. Así se deduce al menos del último barómetro del CIS, donde hasta hace bien poco ocupaba un lugar relativamente marginal. Es una subida espectacular, que se explica por el reguero de imágenes de cayucos arribando a las islas Canarias, los conatos de salto de las vallas de Ceuta y Melilla o la discusión sobre el reparto regional de la acogida de los menores extranjeros no acompañados. O por el griterío de los partidos europeos de la ultraderecha, entre los que nuestro Vox no se queda atrás, que la convierten prácticamente en la única y verdadera amenaza que nos acecha, presentándose a la vez el cambio climático como el cuento de la lechera. La contundencia del dato, ese primer lugar en nuestras supuestas preocupaciones, nos obliga, sin embargo, a tener que afrontar ese debate mirándolo de cara, no dejándolo caer como una noticia más. Entre otras razones, porque va a seguir siendo pasto de la demagogia y la desinformación.
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