Chibolín, un “enviado de Dios” y futuro presidente de Perú caído en desgracia
La prisión dictada para el presentador de televisión, que solía impulsar obras benéficas, ha puesto al descubierto una red de tráfico de influencias que ha salpicado a diversas esferas del Estado y el poder
Solía decir que era un enviado de Dios que hablaba con los extraterrestres, lleva el nombre de un héroe de la Guerra del Pacífico y hasta hace un tiempo sostenía que sería el próximo presidente del Perú. En más de un reportaje se le encumbró como un ejemplo de ascenso social: pasó de vivir en una humilde quinta y limpiar casas de niño a actuar en el programa humorístico más visto del país, y años más tarde a conducir un programa propio en horario estelar, codearse con famosos y presumir ropa de diseñador, autos de alta gama y anillos de diamante. Pero debajo de las batas Versace se habría ocultado siempre un operador de alto vuelo, acusado de proxenetismo, con contactos claves en diversos círculos de poder.
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