Cuando el Nobel de Literatura es una maldición
Para algunos ganadores del premio, que se falla este jueves en Estocolmo, recibirlo fue un “beso de la muerte”. Muchos no volvieron a escribir obras notables y otros vivieron con malestar la pérdida de su intimidad
¿El mayor reconocimiento literario o una especie de beso de la muerte? Para algunos ganadores del premio Nobel de Literatura, que se fallará de nuevo este jueves en Estocolmo, recibir el galardón, dotado con 10 millones de coronas suecas (casi un millón de euros), fue más una maldición que un motivo de alegría. Uno de los ejemplos más trágicos es el del escritor sueco Harry Martinson, premiado en 1974, que consideró que había arruinado su existencia como autor y como persona. El poeta era miembro de la Academia Sueca, encargada de conceder el premio desde 1901, por lo que se consideró que el Nobel estaba amañado. Las críticas deprimieron profundamente a Martinson, que se suicidó haciéndose el harakiri cuatro años después.
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