Cuando heredar una casa es un regalo envenenado
La existencia de deudas y el pago de impuestos obliga a miles de ciudadanos, sobre todo jóvenes de bajos ingresos, a rechazar el patrimonio testado
Un regalo envenenado. Así describen los expertos a las herencias que tienen más pasivos que activos. Este es el caso de Daniel González, de 45 años. Su abuela falleció hace un año y, según el testamento, la casa del pueblo le correspondía a sus nietos. Es decir, le tocaba una cuarta parte del piso. Sin embargo, cuando hicieron la tasación de la vivienda, se dieron cuenta de que el valor del activo era de apenas 80.000 euros. Además, la casa tenía cuentas pendientes porque no se habían pagado los impuestos, los servicios públicos ni la hipoteca en los últimos años. Las deudas ascendían a más de 100.000 euros, por lo que todos los nietos tomaron la decisión de rechazar la herencia. “Me dio pena renunciar a la casa, porque tenía recuerdos de infancia muy felices, pero no tenía cómo pagar”, asegura González, que trabaja en una inmobiliaria en Madrid y cobra al mes unos 1.250 euros.
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