El colosal desperdicio del campo: el 70% de los fertilizantes acaban en el aire, acuíferos y aguas superficiales
Los nutrientes son necesarios para que crezcan las cosechas, pero el uso excesivo o su mala utilización provocan importantes problemas de contaminación en la naturaleza
Lechugas, brócolis, tomates... crecen con ayuda de fertilizantes que contienen nitrógeno, un elemento vital para el desarrollo de las plantas. Pero, “aunque su uso masivo ha permitido un aumento del rendimiento de los campos, se ha creado un sistema ineficaz que pierde más del 70% del nitrógeno”, concluye Estela Romero, científica del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) en un artículo en la revista Science of the total Environment. Este exceso de abonado, que califica de desperdicio “colosal”, daña las aguas subterráneas al filtrarse en el subsuelo, y las superficiales como ríos, humedales y lagunas, ecosistemas en los que desencadena procesos de eutrofización ―crecimiento incontrolado de las algas― que pueden acabar matando a los peces por falta de oxígeno. Las mortandades que ha sufrido el mar Menor son un buen ejemplo de ello.
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