El pan de oro
Al arte lo único que le importa es lo de siempre, lo que permanece, lo que reta lo efímero, lo que abofetea al olvido
A menudo nos sirven las papillas. Tragamos incluso sapos, culebras, alimañas. Ahí tienes los embusteros con sus caras de coliflores. Dicen mentiras que truenan y sin embargo se salen con la suya, ilesos, pavones. Porque las palabras ya no cuentan ni importan, ni siquiera les quedan mechones o flequillos. Son como dolores de muelas, que se han desvitalizado, de ahí las papillas y los sapos que brincan fuera de la cazuela.
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