El sistema siempre se está cayendo
En Italia todo es como si pendiera de un hilo, pero luego se levanta. Tal como está el mundo, es un lugar esperanzador. Eres consciente de la precariedad de la existencia, pero nunca se acaba el mundo, sigue alocadamente
Es curioso lo que le ocurre a tu identidad cuando viajas, y parece más acusado en Italia. Para empezar, nada más llegar perdí mi DNI. Esa sensación de extrañamiento cuando estás en otro lugar aumenta si a los dos minutos de comprar tu primer teléfono una desconocida te envía mensajes diciéndote que ese es el número de su novio y lo has usurpado. Después de insultos y amenazas concluí que, o me habían dado el número de otro, o era un intento de estafa, y cambié de teléfono (la compañía en todo caso me volvió a cobrar). También a mi mujer empezaron a llegarle mensajes, esta vez de la propia compañía telefónica, como si fuera otra persona, concretamente una tal Felicitas. Llamó varias veces para corregir el error, pero los operadores le colgaban en la cara. Siguieron mensajes y llamadas, la compañía insistía en que ella era Felicitas, hasta que convenimos en que en Italia es inútil enfrentarse a la realidad, mejor asumirla tal como es. Decidimos que empezara a llamarse Felicitas. Yo mismo entraba en casa llamándola Felicitas y lo dijimos a nuestras amistades. La siguiente vez que llamó la compañía confirmó que ella era Felicitas y todo fue como la seda. Pero ocurrió lo que temía: dejaron de llamar. Demasiado fácil.
¿Cuál es tu reacción?