Georgina en Arabia: cuando un ‘reality’ se convierte en promoción de un país sin derechos humanos
La tercera temporada de ‘Soy Georgina’ en Netflix ha perdido la espontaneidad, los amigos y el lomo ibérico: el ultralujo y la desconexión de la realidad se mudan, en esta ocasión, a un país totalitario que intenta atraer turistas
El reality show de Netflix Soy Georgina, al igual que su protagonista, existe aislado de toda realidad. Aun así, en las dos primeras temporadas encontraron brotes de autenticidad: el paseo de Georgina Rodríguez por Jaca recordando su infancia en la primera temporada o el trauma de dar a luz a un bebé tras haber perdido a su hermano gemelo en la segunda. “No quiero ir a ningún sitio”, confesaba Rodríguez, “porque no soporto que me miren con cara de pena”.
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