La burocracia y la falta de jóvenes desgastan a los pastores catalanes: “Hacen las leyes desde los despachos”
Las Escuelas de Pastores intentan rescatar un sector condenado a la desaparición
Ana tenía 24 años cuando cambió Menorca por cuidar un rebaño de ovejas en las montañas de Llessui (Pallars Sobirà, Lleida). Ahora, con 38 años, dos hijos pequeños y 500 corderos, no lo volvería a hacer. “El sector está jodidísimo. Hacen las leyes desde los despachos, sin tener ni idea”, cuenta en la plaza principal de este pueblo a más de 1.300 metros de altitud donde residen todo el año unos 30 habitantes de los 100 censados. La excesiva burocracia y el desequilibrio de los precios entre los productos, desde que salen de la granja hasta que llegan a los hogares, asfixian a los pastores catalanes, que intentan mantener esta forma de vida.
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