La derecha católica anti-inmigración topa con la Iglesia
El gesto de Cáritas contra una medida excluyente del PP y Vox se suma al énfasis del Papa en la acogida y al apoyo de la Conferencia Episcopal a la ley de regularización de migrantes
Existe una generalizada suposición según la cual la fidelidad al cristianismo obliga a acoger al inmigrante. “No molestarás al extranjero, ni lo oprimirás”, se lee en la Biblia. Pero la realidad, como todo en la Iglesia, es más intrincada. El catecismo, manual de uso de la doctrina cristiana, fija el “deber de acoger”, pero también la opción de “subordinar” la emigración a leyes para establecer los “deberes” del forastero, llamado a “respetar con gratitud” el legado “espiritual” de su nuevo país. Esta redacción ambivalente es compatible tanto con un discurso centrado en el deber de bienvenida como con otro que enfatice la obligación de adaptación, a menudo el paso previo de la derecha anti-inmigración a su conclusión más descarnada: el no cristiano —singularmente el musulmán— es imposible de integrar y su creciente peso demográfico pone en jaque la esencial nacional.
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