Las sequías seguidas de inundaciones convierten el lago Victoria en un paraíso para la malaria
Busia, un condado de Kenia junto a la frontera con Uganda, sufre un 40% de incidencia de paludismo mientras lidia con los desplazamientos por la subida del nivel del agua
Tres niños llevan en las manos, con mucho cuidado, los cuadernos de la escuela. Los sujetan bien en lo alto para que no se mojen, porque tienen que andar una hora y el agua les llega hasta la cintura. En el camino pasan por delante de la clínica de salud que, desde hace un mes, es una isla. Esta mañana, una mujer también cruza estas tierras empantanadas con su bebé atado a la espalda, descalza a pesar de las serpientes que de vez en cuando asoman en el agua marrón: el pequeño, de menos de un año, tiene diarrea, y está preocupada. Quiere ver al pediatra. Los días que hay inundaciones, cada vez más a menudo, los pacientes solo llegan al médico en barca —si es que la pueden pagar—.
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