Lisardo Pollán, jubilado tras 40 años: “Nadie nace con vocación de funcionario de prisiones”
El jefe de servicio de la cárcel de Villena se jubila tras pasar por los tres centros penitenciarios de Alicante, en los que vivió un motín y vigiló a internos de alto riesgo
El día de su jubilación, Lisardo Pollán, jefe de servicio del centro penitenciario Alicante II, la cárcel de Villena, se quitó su uniforme, lo metió en una bolsa y se lo pasó a un compañero. Se enfundó una camiseta verde de deporte y unos pantalones azules a rayas, se calzó unas zapatillas amarillas y se colgó una mochila en la que apenas llevaba unas botellas de agua y un bocadillo de chorizo. Cruzó el pasillo de salida de la prisión, en el que le esperaba la plantilla casi al completo, para felicitarle y despedirle, y, tras acceder al exterior, comenzó a correr. Eran las 8.30 de la mañana del pasado 14 de octubre. Le quedaban 75 kilómetros de recorrido, que cubrió en once horas, hasta llegar a su domicilio, en Alicante. Con cada zancada, quiso “hacer un homenaje a los compañeros, amigos y conocidos que se habían quedado por el camino y que no llegaron a tener un día de jubilación” como el suyo. Y dejó atrás una carrera de 40 años en los que pasó por los tres centros de reclusión de la provincia, vivió de cerca un motín, convivió con peligrosos delincuentes, incluidos terroristas de ETA o los del 11-M, o ayudó a colocarse los equipos de protección individual (EPI) a los reclusos voluntarios que atendían a los que pasaban la cuarentena en plena pandemia.
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