Liz Parrish contra la ciencia: el lucrativo negocio de los megarricos que quieren ser eternamente jóvenes
La empresaria asegura haber rejuvenecido tras pincharse una terapia génica ilegal probada en ratones. Los científicos discuten sus logros
A todo el mundo le gusta una buena historia y Liz Parrish sabe que la suya tiene todos los ingredientes para serlo. Tiene un niño enfermo y una madre abnegada, científicos malvados que conspiran contra la humanidad, experimentos genéticos ilegales y un negocio furtivo de megarricos que viajan a aguas internacionales en busca de la juventud eterna. Ella la cuenta con la fluidez de una conferenciante de TED Talk y el carisma de una estrella de Hollywood. Con la seguridad y la jerga de una genetista. No es ninguna de estas cosas, pero lo parece. Algunos la señalan como una antisistema, otros, como una farsante. Y los científicos que trabajan en este campo discuten sus logros. Ella sigue trabajando ajena a las críticas y dice que solo quiere contar su historia. “Los medios la han tergiversado mucho”, dice. Así que clava sus ojos verdes en su interlocutor, da un sorbito a su café, y empieza a narrarla desde el principio.
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