Más tatuajes, más pequeños y menos ‘artísticos’: por qué la última guerra generacional se libra en la piel
La popularización de los tatuajes monocromáticos y de pequeño tamaño, que ya se hacen hasta en hamburgueserías y bodas, abre la puerta a escépticos de los dibujos en la piel pero, para los clásicos, abarata un arte milenario
En el hombro derecho de la nueva superestrella del pop, Sabrina Carpenter, se podría condensar el cambio estético de toda una generación. Hace un mes la cantante de 25 años anunció con un tatuaje el lanzamiento de su esperado sexto álbum: Short n’Sweet. En contraposición al descomunal éxito que ya empezaba a cosechar, el tatuaje ocupaba únicamente unos centímetros y era apenas legible. Atrás quedan los clásicos diseños grandes y coloridos —un corazón, un unicornio, delicadas flores— con los que Lady Gaga conmemoraba hace más de una década álbumes como Born This Way. Ahora la mayoría de los jóvenes de la generación Z (nacidos entre 1995 y 2010) prefieren tener muchos tatuajes, más pequeños y, en general, menos serios.
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