Pavlov lo vio antes que nadie: así nos secuestran las emociones
Los humanos reaccionamos emocionalmente ante nombres, imágenes, lugares o cosas con las que no estamos familiarizados, sin que muchas veces sepamos o entendamos bien por qué
Para la mayoría de las personas, la idea de un reflejo condicionado no suele ir mucho más allá de la evocación del perro de Pavlov salivando ante el sonido de la campanilla que anuncia la inminente llegada de la comida. Pero, lejos de lo que puede parecer una simple anécdota de laboratorio, Ivan Pavlov entendió enseguida, como suelen hacer los grandes científicos ante sus descubrimientos, la relevancia de esos reflejos en la vida de las personas. Fue así hasta el punto de que la trascendencia que el científico ruso atribuyó a su hallazgo le hizo cambiar sorprendentemente su previsto discurso sobre la digestión (tema por el que fue más tarde Premio Nobel) en el Congreso Internacional de Medicina de Madrid en 1903 para dar cuenta de su reciente descubrimiento. Al final, explicó, por primera vez ante una audiencia científica, los reflejos condicionados o secreciones psíquicas, como él los llamó entonces.
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