Perder la casa en la dana y no poder pagar un alquiler en tu pueblo: “Los precios se han vuelto abusivos”
La escalada inmobiliaria que venía de antes, el aumento de la demanda por la destrucción de viviendas y el oportunismo de algunos propietarios complica aún más la vida a los damnificados en Valencia
A Patricia Pascual, teleoperadora, de 42 años, y Salva Perales, comercial de material de construcción, de 44, los desalojaron la semana pasada con sus tres hijos y el resto de residentes del edificio marrón, de seis plantas, que hay al final de la calle Albal, en Catarroja. En total, 50 puertas, 150 personas. Su historia se repite regularmente estos días en las zonas devastadas por la dana. A medida que los garajes de los bloques son finalmente vaciados de agua y barro ―en el inmueble de la calle Albal, gracias sobre todo al trabajo de los vecinos y voluntarios, que utilizaron para ello una bomba hidráulica prestada por una prima turolense de Pascual―, un arquitecto municipal acude a comprobar el estado del edificio. En el caso de su bloque, el técnico vio que algunos pilares estaban dañados y podían verse las barras de acero de su interior, y dictó el desalojo en tanto no fuera apuntalado y la reparación avalada por un arquitecto.
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