¿Por qué, si se puede, las mujeres no ponen a su hijo su apellido primero?
Una mejor sonoridad, evitar que determinados apellidos se pierdan o por principios sociopolíticos. Hay muchos motivos para invertir el orden tradicional y empezar a normalizar que el paterno no ha de ir siempre en primer lugar
Raquel Riba Rossy, la ilustradora creadora de Lola Vendetta, tenía nueve años cuando presenció en una mercería de Igualada (Barcelona), a la que había ido a que le cosieran su nombre en la bata del colegio, cómo su madre montó en cólera cuando la dependienta quiso hacer la factura de la compra poniendo el apellido de su marido (Riba) en vez del suyo (Rossy). “Yo no soy señora de nadie, yo soy Clara Rossy Ramírez”, afirmó entonces su progenitora. A Riba, que ahora tiene 34 años, ese momento se le quedó grabado y se llevó una importante lección: “Las mujeres hemos normalizado que se nos borre. Durante siglos, hemos sido propiedad de los hombres y cuesta mucho romper con la tradición. Si desde pequeños viviéramos como una opción igual de válida el elegir el apellido materno primero, sería diferente. Por eso es crucial girar la dirección. Ojalá llegue un momento en el que a la gente le dé pudor dar por hecho que el primero es el del progenitor”.
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