Que la crisis climática iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde
Quienes toman las decisiones no deben tener miedo a excederse en sus avisos, sino a quedarse cortos
Tomo prestado el verso de Gil de Biedma para expresar la esperanza, en medio de tanto dolor, de que empecemos a entender, como cuando vamos envejeciendo, que efectivamente, esto va en serio. Si ni todo el conocimiento científico acumulado, ni las imágenes de sequías que agrietan la tierra o inundaciones que acaban con todo a su paso en otras latitudes nos han servido para comprenderlo, esperemos que el dolor nos abra la mente. Lo decía Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, en la cumbre de la biodiversidad que se celebraba en Colombia el mismo día que se conocía la tragedia, cuando aún no éramos conscientes de la dimensión. Habitualmente —expresaba emocionado— venimos a estas cumbres y nos solidarizamos con países arrasados por fenómenos extremos, cada vez más frecuentes y virulentos debido a la crisis climática. “Hoy somos nosotros los afectados”, sentenciaba.
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