Sin agua, luz o gasolina, la normalidad se resiste a volver en Florida
En St. Petersburg, una de las ciudades más afectadas por el golpe sucesivo de los huracanes ‘Helene’ y ‘Milton’, el proceso de volver a las actividades cotidianas no termina de arrancar
La gente lo tiene claro: el agua lo trajo Helene, y los vientos, Milton. Todos lo saben y lo repiten —”eso está ahí desde Helene”; “ese poste lo tumbó Milton”— pero en el fondo, no les importa. Los daños son daños, da igual la causa. Tras el paso del segundo huracán en dos semanas, en la ciudad de St. Petersburg, en la costa oeste de Florida, no hay nadie que se haya escapado sin siquiera un rasguño. Al recorrerla, es imposible encontrar una calle sin residuos de árboles o ramas caídas y las intersecciones con los semáforos apagados, que son la mayoría, son un juego de azar o un ejemplo de civilidad: cada quien espera su turno para avanzar.
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