Toreo despacioso con toros sin vida
Ortega y Aguado entusiasmaron con el capote ante una corrida desfondada de Hermanos García Jiménez, y Hermoso de Mendoza se despidió sin brillo
Es un deleite contemplar a Juan Ortega torear en el capote. Con cinco verónicas y una media recibió a su primero, asentada la figura, el cuerpo relajado, los brazos al compás de una música imaginaria, el trazo largo, el dibujo acompasado, y los tendidos cantando ole con el entusiasmo desbordado. Instantes después llegó un quite por chicuelinas abrochadas con dos medias de cartel. Y dio tiempo para pensar una y otra vez si será posible torear más despacio, si será verdad que el toreo puede alcanzar tan altas cotas de belleza. A su lado Pablo Aguado, —que sustituía a Morante—, quiso emular a su compañero y se fue al centro del anillo, tomó los pinceles y pintó un breve abanico de chicuelinas aún más cadenciosas y lentas, y La Maestranza quedó con la carne de gallina para un buen rato.
El Capea, Hnos. G. Jiménez/Hermoso, Ortega, Aguado
Dos toros despuntados para rejoneo de El Capea, justos de presentación, nobles y sin fuelle; y cuatro de Hnos. García Jiménez y Olga Jiménez, justos de presentación -anovillado el primero- muy blandos, mansos, nobles y desfondados.
Pablo Hermoso de Mendoza: cinco pinchazos, rejón tendido y un descabello (silencio); pinchazo y rejón trasero (oreja).
Juan Ortega: media estocada (ovación); estocada contraria (ovación).
Pablo Aguado: media tendida (silencio); dos pinchazos (silencio).
Plaza de La Maestranza. Tercera y última corrida de la Feria de San Miguel. 29 de septiembre. Lleno de ‘no hay billetes’.
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