Un bajo de Lavapiés con un pasado conflictivo convertido en casa y refugio multiusos
La diseñadora Carlota Gallo y el arquitecto Matteo Ferrari han creado un lugar que hace de la apertura al exterior su más inteligente cualidad
Cuando, gracias a una herencia familiar, la diseñadora de producto, profesora e investigadora de origen cántabro Carlota Gallo decidió comprarse un apartamento en Madrid —tras seis años en la capital—, descartó de partida los barrios más céntricos de la ciudad, que quedaban fuera de su presupuesto. “Pero un día, una amiga agente inmobiliaria que me ayudaba en la búsqueda me llamó para que viera este, al que vine casi por deber”, recuerda. No podía sospechar, por el precio —muy por debajo de mercado— y las características del piso —50 metros cuadrados en dos plantas, una de ellas subterránea—, que aquello que parecía tan imposible llegaría a ser un día familiarmente real. Y eso que aún le quedaba una sorpresa por descubrir: la vivienda, que había sido narcopiso durante un tiempo, estaba totalmente destrozada (una parte había sido incluso incendiada). Con todo, su desbordante planta —el adjetivo es de ella— llamó su atención, sugiriéndole diversas posibilidades, y le pidió a su pareja, el arquitecto italiano Matteo Ferrari, que la acompañara a visitarla.
¿Cuál es tu reacción?