Agua de víboras
Para elaborar ‘Aqua Viperarum’ hay que calentar en un alambique ocho serpientes vivas recién cogidas, pero con cuidado, porque estarán muy furiosas
En la página 512 de su influyente tratado farmacológico de 1706, el farmacéutico madrileño Félix Palacios, pionero de la Química moderna, da la receta exacta del Aqua Viperarum Sudorifica, una cura para las enfermedades que, se creía entonces, debían ser sudadas para su tratamiento, entre ellas la peste, la parálisis o la calentura. Para elaborarla hay que tomar ocho víboras vivas recién cogidas y en su mayor vigor, echarlas dentro de un alambique de barro vidriado previamente colocado al baño de arena y destilar la humedad calentándolo con fuego, lento al principio y fuerte después. El agua resultante se guarda en una redoma bien tapada y se toma en dosis que van de dos a seis dracmas. Palacios advierte de que se deben cerrar los vasos con cuidado, enlodando bien las juntas, porque cuando las víboras se empiezan a calentar “se arrojan, y saltan con tanto ímpetu que lo derribarán, y se saldrán, y podrán morder, causando mucho daño con su mordedura por estar muy furiosas”.
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