Angelo Caroselli, el Caravaggio que no era Caravaggio
El pintor, contemporáneo al genio lombardo, encontró en las copias y falsificaciones del maestro una forma de vida
Cuando se prepara una exposición de Caravaggio este otoño en el Palazzo de Milán, y cuando han regresado tras su salida al Louvre las telas del genio al Museo de Capodimonte (Nápoles), reflota la vida, casi desconocida, de Angelo Caroselli (1585-1652), quizá el mejor falsificador de la obra de Merisi. Autodidacta, copista y restaurador, pintaba en cualquier estilo. Fue acusado de pasar como originales obras de Tiziano, Rafael o Correggio, y el gran crítico Roberto Longhi dijo de él que “fue uno de los primeros pasticheurs [falsarios] de la historia del arte”. Su existencia fue un descenso a la noche de las tabernas, las prostitutas y la nigromancia. Solo reconoció un maestro: Caravaggio. Y solo le persiguió un enemigo: la pobreza. Ambos le acompañarían hasta su muerte.
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