¿Caerá España también en la ola antiinmigración europea?
La encuesta del CIS ha hecho saltar alarmas. En La Moncloa matizan los datos pero preparan discursos en positivo
La isla española empieza a tener grietas de contagio de la gran enfermedad europea: la extensión del movimiento antiinmigración. En los últimos años, algunos dirigentes europeos, al hablar con políticos españoles, les trasladaban su sorpresa porque en España la inmigración no era un asunto central del debate político, al contrario de lo que pasaba en casi todos sus países. Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, todos los grandes y también los pequeños, incluidos los ricos nórdicos, se han visto arrasados por este debate que devora los principios europeos y lleva a un país fundador y troncal como Alemania, con un gobierno socialdemócrata, a volver a poner controles en sus fronteras como respuesta a la presión de la ultraderecha. Pero España y Portugal, siempre a su ritmo, parecían ajenas a este proceso, o al menos muy distantes.
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