Cómo el apellido del casero más odioso de la historia acabó convertido en un popular verbo
A mediados del siglo XIX, un administrador inglés dedicó su vida a reprender y multar a los arrendatarios por prácticamente todo hasta que la Land League logró ponerle en su sitio, además de dejar para la posteridad una palabra con la que sin saberlo rememoramos su nombre
Cuando vivía de alquiler, mi casero siempre fue alguien muy amable y atento, pero sé, como sabemos todos, que, a veces, los caseros pueden ser personas muy desagradables. Seguramente, el casero más desagradable de la historia fue un tipo que vivió en la Irlanda del siglo XIX. Fue tan odioso que su apellido se convirtió en un verbo cuyo significado es “Impedir o entorpecer la realización de un acto como medio de presión para conseguir algo”.
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