Descalificada por ser persona
Emprendo una campaña para erigir un monumento a la estupidez humana. Representaría a los jueces del maratón de los Juegos Paralímpicos, deliberando si una mujer ciega que lleva tres horas corriendo la maratón debe ser eliminada
Emprendo desde aquí una campaña para erigir un monumento a la estupidez humana, en su variante de burócratas sin escrúpulos. La podríamos poner en una rotonda bien grande. Representaría a los jueces del maratón femenino de los Juegos Paralímpicos de París, en el trance de deliberar si una mujer ciega que lleva tres horas corriendo el maratón, junto a otro señor que le hace de guía, ambos agarrados a un cordoncito, debe ser eliminada. Ha ganado la medalla de bronce, pero parece haber soltado la cuerdita durante un nanosegundo (o por ahí) y eso está prohibido. Lo hizo para ayudar a su guía, porque el hombre no podía con su alma y casi se cae a dos metros de la meta. En las imágenes no se aprecia, pero si uno lo pone a cámara lenta sí: ¡llega a soltar el cordoncito! Ese momento en que los pillan y los descalifican con gesto severo es el que debería representar nuestro monumento, con una oquedad en las cabezas de estos individuos. Esta atleta era la española Elena Congost, de 36 años, y su guía, Mia Carol, de 57, y les pasó el 8 de septiembre. Las imágenes son dramáticas.
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