El civismo exige discreción
No se trata de acallar las críticas a una gestión increíblemente catastrófica, tan solo de mantener la calma que requiere una sociedad para no degenerar en pintura negra de Goya
“Tengo tanto trabajo y estoy tan agobiada, que me voy a ir al cine”, decía una amiga cuando la vida se le hacía bola. No era una vaga ni una incapaz, sino alguien que sabía que no va al cine quien quiere, sino quien puede, y si ella podía permitirse ausentarse unas horas para tomar distancia, coger fuerzas y regresar a la realidad con criterio y algo que aportar, lo hacía. Del sosiego y la claridad mental que le dejaba su escapada al cine se beneficiaban ella misma y los que dependían de su buen desempeño profesional.
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