El lugar de donde vienen las ideas
Un caso de ingeniería sugerida por la naturaleza que casi nadie cita es el de las redes que sustentan los sistemas de inteligencia artificial, inspiradas en la arquitectura del cerebro
Si los humanos fuéramos los únicos seres vivos del mundo, no habríamos inventado gran cosa. Si no hubiera pájaros, no habríamos imaginado los aviones. No hace falta remontarse a los patéticos intentos de Leonardo de diseñar una máquina voladora: incluso las aeronaves actuales siguen teniendo un par de alas. Los globos y los dirigibles sí se pueden considerar invenciones genuinas, pero recuerda cómo acabó el Hindenburg. Los submarinos están inspirados en los peces, incluida su vejiga natatoria, y los helicópteros tienen un aire inconfundible a las semillas voladoras. Hoy tenemos ventosas quirúrgicas inspiradas en los pulpos, pegamentos plagiados de las salamandras, agujas copiadas de los aguijones de las avispas, baterías basadas en las anguilas eléctricas, kilobots que se asocian como las hormigas y mil cosas más. Incluso hay un Instituto Wyss de Ingeniería Inspirada en la Biología, asociado a la Universidad de Harvard.
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