El misterio de la Sala Bagdad de Barcelona: ¿por qué hay quien paga 100 euros para ver porno en vivo si lo tiene en cualquier sitio?
A punto de cumplir medio siglo de vida, este establecimiento de espectáculos eróticos sigue atrayendo al público, aunque hoy es más heterogéneo que en sus inicios. “Esto no es para masturbarse ni es un local de intercambio: aquí hay una sensibilidad”, aclara su dueña Juani de Lucía
Se abre el telón y los focos apuntan a un escenario giratorio. Al ritmo de la música, una mujer se empieza a desnudar. En pocos minutos ya no le queda ninguna prenda y se masturba desde una barra, a escasos centímetros de las butacas. Al despedirse, aparecen otras cinco mujeres que, de forma más recatada, acaban entrelazadas y cubriendo parte de su anatomía. Este número da paso a una pareja heterosexual que practica sexo explícito mientras la tarima da vueltas. Todo esto ocurre una noche cualquiera en la Sala Bagdad de Barcelona, un mítico local de espectáculos eróticos que está a punto de cumplir 50 años. Medio siglo de vida donde el contenido apenas ha variado: hombres y mujeres, más de lo segundo que de lo primero, mantienen relaciones sexuales en un escenario a varios metros bajo las aceras de la avenida del Paralelo de la capital catalana. Aún hoy, con una entrada de 100 euros por cabeza, copa incluida, sigue teniendo público.
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