El pintor de las azoteas otea Cádiz en 360 grados
Cecilio Chaves repasa en un políptico de 31 lienzos el horizonte de una ciudad que lleva más tres siglos encaramada a los tejados como lugares de ocio y esparcimiento
En Cádiz los salones se replican como un espejo en las viejas azoteas. Los muros se elevan por encima de los techos, se convierten en pretiles que dan solidez a los forjados y proyectan a cielo abierto las habitaciones y puertas que están justo debajo. Uno puede visualizarse tendiendo una colada justo en el espacio que ocupa el salón o tomando el sol en lo que debajo es el dormitorio. En una ciudad finita en la que los gaditanos resuelven la falta de espacio para el asueto en las alturas, raro es el vecino del casco histórico que no tiene un recuerdo infantil asociado a esas estancias al sol. A Cecilio Chaves le evocan tardes de tarea y un disfraz de Superman: “Era el jardín de mi casa”. Ahora, a sus 52 años, al conocido como pintor de las azoteas le gusta adivinar qué estancia se oculta tras esas cubiertas mientras, pincel en mano, se enfrenta al reto de retratar un blancor que coquetea con las decenas de tonalidades que van del frío amanecer a la cálida puesta de sol.
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