Elizabeth Taylor estaba harta de su belleza
El documental ‘Las cintas perdidas’ recoge las confesiones de la actriz en su momento de mayor fama planetaria. Se dice frustrada por las servidumbres del estrellato en Hollywood y ansiosa de ser reconocida como intérprete
Ella fue uno de los seres vivos más bellos que han aparecido en la gran pantalla, pero hablaba de ello como si hubiera sido una maldición. Elizabeth Taylor no se imaginaba a sí misma no siendo famosa, porque lo fue desde los 10 años. Sufrió antes que nadie el fenómeno de los paparazzi: los periodistas trataban de colarse en su casa por cualquier medio, hasta haciéndose pasar por fontaneros. Y su tormentosa vida privada —tuvo ocho bodas con siete hombres— la convirtió en pasto de la prensa sensacionalista. Lo que ella siempre quiso es ser reconocida como intérprete, que no es lo mismo que estrella de cine, y lamentaba que solo lo consiguió en contadas ocasiones.
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