Espías del Mosad, milicianos escondidos… la ofensiva israelí genera psicosis entre los libaneses
La oleada de desplazados chiíes genera temor en algunas comunidades a que su edificio acabe bombardeado, mientras que simpatizantes de Hezbolá temen que los extranjeros pasen información al enemigo
Ali observa los escombros del edificio bombardeado la noche anterior. La fuerza de la onda expansiva le tiró al suelo cuando estaba en la baranda de un inmueble adyacente. Está enfadado, pero menos con quien lo hizo (el ejército israelí) que con Hezbolá, por “haber traído” al corazón de la capital una guerra que, dice, no puede ganar. “Esto es lo que pasa por jugar con el diablo”, protesta en voz baja, consciente de que a su alrededor solo cabe culpar al “traicionero enemigo sionista” (como se suele llamar a Israel) del ataque más letal de la guerra en Beirut: 22 muertos y 139 heridos. “¿Qué esperaban?”, dice. “Esto es una guerra y ellos tienen F-16, tropas y tanques; y nosotros, nada […] Es hora de que firmen ese papel. Es hora”. Se refiere a que Hezbolá se comprometa a cumplir su parte de la resolución 1701 de la ONU (no tener milicianos ni armas al sur del río Litani) que puso fin a la guerra de 2006 y ha acabado en papel mojado, por los incumplimientos tanto de Israel como de Líbano.
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