La adolescencia es un gran reto repleto de desafíos y aprendizajes también para los padres
Durante este período evolutivo, el joven vive en la dicotomía del deseo de crecer y hacer las cosas a su manera y seguir siendo un niño protegido por sus padres. Aunque muestre una actitud desafiante hacia sus figuras de apego, los progenitores deben ser el lugar seguro al que pueda acudir
Crecer es una de las tareas más complejas que existen. Abandonar la infancia y todos sus privilegios es una labor sumamente complicada. Atrás quedan para el adolescente los días en los que mamá o papá asumían sus responsabilidades dentro y fuera de casa, tomaban las decisiones importantes y solucionaban sus problemas. En los que se pasaba el tiempo libre jugando, con pocas tareas escolares y donde todo era sencillo. Cuando el joven llega a esta etapa supone un cambio drástico en su vida, en la que experimenta una gran cantidad de transformaciones físicas, psicológicas, cognitivas, emocionales y sociales que le provocan mucha incertidumbre. Y vive absorto en la construcción de una nueva identidad a la vez que cambia la forma en la que piensa, siente y se relaciona con los demás. Busca pertenecer a un grupo de iguales con el que poder compartir sus experiencias, inseguridades y confidencias.
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