La tecnología del malestar
Jamás tuvimos tantos datos sobre nosotros mismos, pero ¿qué nos pasa?
En casa tenemos dos pulseras de actividad, una báscula inteligente, un tensiómetro, un pulsioxímetro, un medidor de flujo de pico y un par de móviles llenos de sensores y aplicaciones. Entre todos miden ―con una precisión que oscila entre la certificación como dispositivo médico y el horóscopo― los pasos caminados, la distancia recorrida, las calorías quemadas, la duración del sueño con sus tiempos y fases (vigilia, REM, ligero, profundo), la frecuencia cardíaca y respiratoria diurna y nocturna, su variabilidad, la intensidad del ejercicio físico y el nivel de recuperación ante su práctica, la saturación de oxígeno en sangre, el índice de perfusión, la temperatura cutánea, el peso, la cantidad de agua, proteína y grasa ―incluida la visceral y subcutánea― del cuerpo, el índice de masa muscular, la cantidad de masa ósea, la tasa metabólica basal, la presión arterial o el volumen de aire máximo expulsado por los pulmones.
¿Cuál es tu reacción?