La vivienda estrangula la economía
La Comisión Europea puede poner principios claros sobre un problema central para explicar la desigualdad y el descontento
Los problemas de acceso a la vivienda se sitúan entre las principales preocupaciones de los ciudadanos, por delante de los relacionados con la salud y la educación. Es un problema generalizado que ahoga a las clases medias, que golpea con especial dureza a las familias con menos recursos, impide la emancipación de los jóvenes, acelera la desigualdad y ha disparado el número de personas sin hogar en los países desarrollados. La subida de los tipos de interés en los últimos años no ha hecho sino agudizar una dificultad generada por una tormenta perfecta de elevados precios tanto de compra como de alquiler, bajo crecimiento de los salarios, falta de vivienda social, el freno de la construcción desde la crisis de 2008 y las trabas administrativas a la concesión de suelo, especialmente en grandes ciudades. Las zonas urbanas ya concentran el 56% de la población del planeta, y el Banco Mundial prevé que para 2050 vivan en ellas siete de cada diez personas, por lo que el problema solo puede ir a peor si no se adoptan decisiones de planificación territorial y de aumento de la oferta.
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