Los anillos de poder: cocinar en el mundo de Tolkien
El autor británico inventó y describió con todo lujo de detalles lenguajes, geografías, razas, linajes, faunas y floras, pero no gastronomías
La trilogía de El Señor de los anillos es el libro que he releído más veces a lo largo de mi vida. Me acompañó en todas las idas y venidas en tren a la universidad. Estuvo abierto en mi regazo, junto al estuche de cuchillos, cada noche lluviosa de espera en la parada del autobús a la salida del trabajo. Cuando me preguntan si no me siento David contra Goliath en la defensa de un mundo caleidoscópico, mosaico infinito de cocinas tradicionales y populares, frente al avance de un solo imperio homogéneo en manos de grandes corporaciones alimentarias, respondo: “Sólo hizo falta un Frodo, un único hobbit muy pequeño, acompañado de una pandilla de amigos, para vencer a Sauron”. Margaret Mead, una de las más célebres antropólogas de nuestro tiempo, lo expresó con palabras distintas: “Nunca dudes de que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos pueda cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado”. A los que van ganando la partida nunca les interesará cambiar las reglas del juego: los grandes cambios han venido siempre de la mano de los que tenían todas las de perder.
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