Maribel y la extraña comida
Quienes barruntaban qué había tras tanto celo en ocultar la cumbre en El Ventorro encontraron lo que buscaban: la rubia peligrosa. Y cayó la infamia sobre la infamia
Valencia, martes, 29 de octubre de 2024, día de la gran dana. Una mujer, comunicadora de prestigio, acude a una comida convocada por un hombre, presidente de la comunidad autónoma, cuyo motivo solo conocen ambos. La cita es en uno de esos restaurantes en los que se abren vedas y se cierran tratos a los que se va con la premisa de que lo que pasa en El Ventorro se queda en El Ventorro, que así se llama la posada. Ella y él, él y ella, permanecen varias horas intramuros tratando sus asuntos en la intimidad de un reservado hasta que, bien entrada la tarde, ambos abandonan el local, cada uno por su lado. Fin de la historia. El almuerzo no tendría más interés ni misterio, salvo para los interesados, si no fuera porque él es el máximo responsable de la protección de los valencianos y, mientras dedicaba su atención a esa ciudadana en concreto, dejó de dedicársela al resto, sabiendo que podrían estar en peligro.
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