Migraciones: la profecía autocumplida
Nuestros gobiernos han puesto tanto empeño en gestionar la movilidad humana como una amenaza que la sociedad ha terminado viéndola como el problema que no es
Si se presenta como un problema, se discute como un problema y se gestiona como un problema, es ingenuo esperar que la opinión pública perciba las migraciones como algo diferente a un problema. La encuesta de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER —que ofrecía esta semana un panorama fúnebre de la percepción social de este asunto— es, en primer lugar, la consecuencia directa de un incremento de las llegadas de cayucos a Canarias. Tanto como de la caótica respuesta de las administraciones españolas a un desafío humanitario complejo, pero en absoluto irresoluble. Pero es, sobre todo, la constatación de que la verdadera victoria de los movimientos nacionalpopulistas no está siendo narrativa, sino política. Como en una profecía autocumplida, nuestros gobiernos han puesto tanto empeño en gestionar la movilidad humana como una amenaza existencial, que cualquier otra consideración social sobre ella parece una frivolidad peligrosa.
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