Por qué la cocaína favorece la violencia sexual
La cocaína desata los instintos primarios, de la mano de la verborrea, la grandiosidad y el deseo de dominancia. Prevenir su consumo reduciría la exposición a experiencias traumáticas que son un factor de riesgo de graves trastornos mentales
Es un clásico de las guardias hospitalarias de fin de semana: el paciente es llevado de madrugada por sus compañeros de farra, algunos asustados y otros infantilmente risueños. El chico presenta unas pupilas como dos agujeros negros, está sudoroso, taquicárdico y no para de moverse. Conductualmente, se muestra retador, desafiante, buscando pelea. En un momento dado, ante una mínima frustración —una leve espera en ser atendido, una petición de análisis de tóxicos en orina, por ejemplo—, eleva el tono de voz, insulta, denigra a todos los presentes y pega una brutal patada a un monitor de constantes vitales. Ni sabe su coste, ni le importa. Se le acerca algún enfermero para calmarle y entra en escalada, a veces haciéndose el ofendido: “¡Que no me toques!”, repite. Uno que recuerdo se fijó en la joven residente que me acompañaba y le dedicó varios comentarios soeces y machistas. A mí me dijo: “Te voy a arrancar la cabeza”.
¿Cuál es tu reacción?