Relojes, capirotes y mantas: las tiendas que resisten al turismo
Apenas un puñado de comercios históricos sobreviven en el centro de Málaga, en plena vorágine de turistificación y tomado por los bares, restaurantes y franquicias
En el escaparate hay figuritas de Belén, maquetas de pasos de Semana Santa, velas y rosarios. También capirotes, guantes o cíngulos de nazarenos. En el interior, aromatizado con incienso, las estanterías están repletas de velas. La vinculación religiosa del local es evidente. “Tenemos dos épocas muy fuertes: Semana Santa y Navidad”, afirma José Ignacio Gonzalo, de 36 años, que dirige hoy la Cerería Zalo como antes lo hicieron su padre, su abuelo y su bisabuelo. Y antes otros familiares cuyas raíces se remontan hasta el año 1724. Es el negocio más antiguo del centro de Málaga y una absoluta rareza en un lugar rendido al turismo. En los últimos años los bares y restaurantes se han multiplicado, como las franquicias. En el nuevo ecosistema los comercios tradicionales están en vías de extinción. “La especialización es una de las claves para sobrevivir, pero también que el local sea nuestro. No podríamos afrontar los enormes alquileres que se piden ahora”, reconoce Gonzalo.
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